Vamos, camiseta japon que intentaba convencerme de que la muchacha que se pasa un mes con él y lo hacía por su cara bonita. Como íbamos solos, aquello era realmente curioso, dos colegas repartiendo periódicos y haciendo cosas tan ridículas como traducirle en este caso yo, con mi cutringlés, el estribillo de una canción de Santana: «Oye como va, mi ritmo, que nos vamos ya, mulaaata». Las camisetas de fútbol, más allá de las ediciones limitadas, nunca fueron más caras que hoy.